—Buenos días Pánfilo.
—Nos de Dios Prudencio ¿Nieva?
—Por ahora no, pero tiene pinta.
—Me duelen las cuencas de los ojos que no tengo, eso anuncia tiempo revuelto.
—A mi me martirizan los dedos del pie izquierdo que con Dios fueron cuando me cortaron la pierna y eso también es señal de mudanza.
—Mudanza la que se aproxima.
—¿Por dónde? ¿Por las Azores?
—No hombre, no. Me refiero a otra cosa.
—¿No me digas que andas a vueltas con la política?
—¡Con qué si no! Un país en la ruina, un gobiernote de trapaceros desahogados y un pueblo pastueño, que no se arranca ni con banderillas de fuego. Como no encontremos un atisbo esperanzador nos acochina la pelagra.
—¡Tienes más moral que al Alcoyano!
—¡Déjate de sandeces!
—Tenemos el presidente que nos merecemos, ¡Una joya!
—Como el galgo de la Federica, que cuando sale la libre se pone a cagar.
—No exageres.
—A las pruebas me remito.
—¿Qué pruebas ni que niño muerto?
—¿Dónde está ahora que un puñado de bandidos egoístas insensatos ha puesto el país patas arriba?
—Ha hecho lo que debía: declarar el estado de alarma.
—¡Cojones! Una almorzada de tíos le han encerrado en casa o vete tú a saber donde.
—Han dado la cara el ministro del ramo y el vicepresidente.
—En cuanto al primero te digo como dicen en mi pueblo: “El que no vale pa gallo capallo”
—Estás equivocado.
—El que se ha equivocado ha sido él. Lleva más de un año con el problema entre las manos y en vez de solucionarlo le echa más leña al fuego. ¡Es un tocacojones!
—Pues si que tienes buena mañana.
—Hombre no se pueden matar moscas a cañonazos y menos cuando eres incapaz de solucionar los problemas de forma racional y conveniente. ¡Veremos adelante!
—Lo ha intentado.
—Con sobrada soberbia y estulticia. ¡Antes debiera haber actuado, sabía lo que se le venía encima, en vez de tirar el tiempo que tenía de sobra. Le ha faltado valor y conocimiento. ¡Han echado mano del ejército! Me recuerda a aquel torero que el toro le vino grande y gritaba al picador: ¡Mátale, mátale!
—¿Y el vicepresidente?
—Ese inteligente tapa las vergüenzas al avestruz que no acepta que le den clases y mete la cabeza en la arena para no ver lo que ocurre, así no existe el problema. Y al mismo tiempo arropa al pollito que las pía desvalido y en pluma mala. ¡Así nos pone los huevos las gallinas, sin yema!
—¡Pero hombre!
—Dale a un pollito engarañao el mando del corral y en vez de hacer poner a las gallinas las despluma. ¡Vaya un pollito! Con los huevos que saque ese del gallinero que nos hagan una tortilla.
—¡Mala hostia tenéis los cojos!
—Tan buena como los ciegos.
Marcial el Medinense.
Encamados, sin cáscara, con la yema reseca y pegada a la membrana o líquida y la clara hecha cuajos, oliendo a podrido y a humedad, con moho, rotos y deshechos, escamados... ¡ PERO SI EL JEFE DE TU REBAÑO DICE QUE AL ACANTILADO, TODOS AL ACANTILADO!.
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